La Educación en la Biblia

leyendo-la-bibliaLa educación, entendida como la formación integral de la persona, ocupa un lugar preponderante en la enseñanza bíblica. Henri – Irénée Marrou dice al respecto: “Hay civilizaciones refinadas y maduras sobre las cuales gravitan pesadamente los recuerdos del pasado, registrados bajo forma escrita.

Por: Pr. Salvador Dellutri

En  su educación, por consiguiente, prevalece la técnica de la escritura: son las “gentes del libro”, ahl el kitab, como dice El Coránpara designar a los judíos y cristianos, con una mezcla de respeto y asombro.”[1]

Al comienzo de la historia Bíblica, en el Pentateuco, se establece con claridad la responsabilidad paterna en la educación de sus hijos, una formación basada en los valores trascendentes fundamentados en la ley de Dios: Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.[2]La enseñanza era la consecuencia del compromiso espiritual de los padres, carecía de profesionalismo y transmitía en forma vivencial los principios de la ley divina. Cumplir acabadamente con la educación de los hijos era considerada, desde los tiempos patriarcales, una prueba irrefutable de fidelidad.[3]

El método de enseñanza era la repetición y estuvo tan ligado al proceso educativo que en hebreo el verbo “aprender” deriva de “repetir”. Esto hacía que se diera una especial atención al cultivo de la memoria.

Es importante destacar que en una educación de tipo familiar cumple un papel fundamental la mujer guiando el desarrollo intelectual y espiritual de los hijos. En el Nuevo Testamento queda el testimonio de Timoteo quien, a pesar de tener un padre gentil, recibió una eficaz formación de fe por la influencia de su madre y su abuela.[4]

Dentro de la cultura hebrea las celebraciones anuales se aprovechaban para cumplir con el propósito educativo. En la fiesta de la Pascua la ley establecía un diálogo ritual entre padres e hijos en el que la simpleza de las preguntas y respuestas eran un vehículo apto para fijar en la mente y el corazón del niño lo esencial de su cultura.[5]
Durante la monarquía hebrea aparecen algunos testimonios de ayos que educaban a los hijos del rey, con lo que se puede inferir que las clases pudientes de la época habían comenzado a delegar la enseñanza en profesionales.[6]

Durante el cautiverio Babilónico la necesidad de conservar la cultura dio origen a las sinagogas, centros educativos en los cuales el escriba actuaba como maestro de la ley. Esdras es el primero de estos escribas que ejercían la docencia del que tenemos noticia. Se destaca el conocimiento de la ley y el compromiso espiritual como características inalienables de quienes ejercían este oficio.[7] El  método utilizado por los escribas, según inferimos del relato que hace Nehemías, era la lectura y comentario explicativo del texto de la ley, aclarando dudas y contestando las preguntas del auditorio.[8]

Las sinagogas siguieron siendo una institución eminentemente educativa (también tenía una función devocional, aunque secundaria) durante el período del Nuevo Testamento. En las sinagogas había maestros fijos pero en algunas ocasiones tenían maestros visitantes que estaban de paso y eran convocados para la tarea. De Jesús se dice que recorrió toda Galilea enseñando en las sinagogas[9].

La familia y la sinagoga trabajaban como un equipo educativo. En el hogar se preparaba a los niños en el aspecto práctico transmitiendo el oficio paterno y la sinagoga apoyaba la formación moral y espiritual.[10]

La iglesia primitiva heredó los métodos educativos de la sinagoga, dedicándose con igual ahínco a formar integralmente a los cristianos. Enseñaban en el templo y en las casas despertando los celos de los avinagrados maestros del judaísmo[11]. Los cristianos pusieron en práctica lo aprendido de Jesús y reaccionaron contra la enseñanza teórica de los fariseos. Adoctrinaban al pueblo para que su espiritualidad fuera práctica y se evidenciara en una conducta santa que atendiera las necesidades del prójimo e hiciera del bien y la misericordia los objetivos de la vida. El énfasis en la praxis hizo que se ganaran el favor de la gente.[12]

Todos los sistemas educativos mencionados en la Biblia parten de una misma concepción antropológica: conciben al hombre como un ser espiritual y trascendente. Por lo tanto se dirigen al ser integral y le dan una base que les permite cimentar sólidamente su escala de valores para desarrollar una vida útil para la sociedad.

Es evidente que quienes hacen girar su vida alrededor del Libro de Dios tienen a su alcance los elementos necesarios para desarrollarse: Una cosmovisión teocéntrica que refrena los desbordes de la autosuficiencia y una concepción del hombre como ser creado, espiritual y trascendente que lo ubica en la cima de la creación, pero lo subordina al Creador. La Revelación de Dios garantiza una educación que responde a las necesidades del hombre real y le propone su realización integral dentro de las leyes divinas para que pueda desarrollarse en plenitud en el tiempo y se deleite en la esperanza de la eternidad.

Salvador Dellutri


[1] Marrou, Henri.Irenée, Historia de la Educación en la Antigüedad. Buenos Aires: Eudeba, 19651

[2] Deuteronomio 6.6-7

[3] Génesis 18.19

[4]
2 Timoteo 1.5

[5] Éxodo 12.25-27

[6] 2 Reyes 10.1-5

[7] Esdras 7.6; 11

[8] Nehemías 8.8

[9] Mateo 4.23

[10] Hechos 5.42

[11] Hechos 4.1-2

[12] Hechos 2.47; 5.13

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