Servicio y Liderazgo en la experiencia y la enseñanza de Jesús

Por Salvador Dellutri.

Hablar de servicio y liderazgo en nuestro contexto nacional e internacional no es fácil. En mi caso personal, la cuestión se agrava porque tengo problemas con la palabra “líder”.

El término se puso de moda en la década del ’50 para designar a los dirigentes proletarios y sindicales. Era un anglicismo que importamos sin necesidad porque en nuestro idioma castellano tenemos términos como dirigente, jefe, cabeza, conductor y tantos otros que podían reemplazarlo con mayor precisión. Pero estas palabras no tienen la aristocracia imperial de los anglicismos, que tanto fascinan en la actualidad, y obligamos a la Real Academia Española a aceptar su castellanización e incluirlo en la edición de 1970 de su diccionario con la acepción: Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora.
Desde allí el vocablo se transformó en un “comodín” del idioma con el cual designamos tanto al cabecilla de banda de delincuentes como al dirigente de un movimiento de derechos humanos. Su polisemia lo transforma en ambiguo porque se aplica tanto al caudillo autoritario como al dirigente democrático.
Esto hace que la palabra “líder”, en nuestra realidad cotidiana, se halle desprendida del concepto de servicio. El gran vacío ético en el cual nos debatimos hizo que tomara una peligrosa autonomía y se transformó en la meta de quienes codician poder y fama.

Por eso, es de suma importancia que, si queremos enmarcar al vocablo dentro de la ética, unamos el término liderazgo al de servicio.
El concepto de liderazgo dentro de le ética cristiana difiere substancialmente de las ideas actuales, nacidas en el seno del capitalismo norteamericano. Es que la gran revolución en la concepción del liderazgo la produce Jesucristo cuando, contraponiéndose a la modalidad imperial de su tiempo donde el liderazgo era el fruto de la fuerza o el conocimiento, colocó como base el servicio.

Jesús enseñó:

En este mundo, como ustedes bien saben, los jefes de los países gobiernan sobre sus pueblos y no los dejan hacer absolutamente nada sin su permiso. Además, los líderes más importantes del país imponen su autoridad sobre cada uno de sus habitantes. Pero entre ustedes no deben tratarse así. Al contrario, si alguno de ustedes quiere ser importante, tendrá que servir a los demás. Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el esclavo de todos. Yo, el Hijo del hombre, soy así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás.

Estas palabras fueron pronunciadas en el contexto de una discusión abierta entre los discípulos. Todos aspiraban y tenían la esperanza de ejercer el liderazgo junto a Jesús. Dos de ellos –Juan y Jacobo– fueron más audaces que los otros y, con toda astucia, hicieron que su madre intercediera para obtener un lugar de privilegio.
Esto causó la indignación del grupo, porque todos tenían igual deseo y no toleraban ser desplazados, pero a la vez motivó la respuesta contundente de Jesús condenando el autoritarismo.

Jesucristo criticó duramente a la autoridad impuesta y sostenida por la fuerza, que era patrimonio no sólo del Imperio Romano y del gobierno local judío, sino una  forma común de entender el liderazgo en todos los pueblos. Su crítica tiene alcance  universal, porque apunta a una modalidad humana de ejercer el gobierno y el poder.

Los discípulos de Jesús, formados dentro de la cultura judía e influenciados por las prácticas romanas, poseían una mentalidad  jerárquica excluyente: Cada uno pretendía ser jerárquicamente superior a los demás para someterlos. Jesús tuvo que encarar la ardua tarea de mostrarles otra posibilidad, una alternativa diferente a la que los convoca diciendo Pero entre ustedes no deben tratarse así.
La opción propuesta es relegar el liderazgo como meta para abocarse al servicio, cambiar la óptica para entender la vida no como una búsqueda de poder sino como una oportunidad de servicio.

La propuesta de Jesús abre las puertas a una nueva humanidad, a una comunidad que se maneje con otra escala de valores.
Sin embargo esto no es sencillo, porque es imposible de realizar si no se produce en nosotros una profunda autocrítica que nos lleve a revertir  esos valores comúnmente aceptados.

Por eso, en otra ocasión en que los discípulos interrogaron a Jesús sobre quién sería la persona más importante en el Reino de Dios, el evangelio relata:

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos, y les dijo:
—Les aseguro que para entrar en el reino de Dios, ustedes tienen que cambiar su manera de vivir y ser como niños. Porque en el reino de Dios, las personas más importantes son humildes como este niño.

Leopoldo Marechal diría que la palabra de Jesús “se dirige, no a los niños en tránsito hacia los hombres, por autoconstrucción natural, sino a los hombres en tránsito hacia el niño, por autodestrucción simplificadora”

Al convocar Jesús a este camino de reversión para obtener el liderazgo, está marcando una nueva óptica de la vida que surge de la revisión y el cuestionamiento de todo lo aprendido. Sólo por efecto de la gracia puede entenderse el alcance de esta propuesta.
Marechal, en su madurez creativa, puso esto en términos poéticos en El Heptamerón:

Y oye lo que te digo, hermano en fuga:
pondrás en un mortero tu lógica de hombre,
la molerás hasta batirla en polvo
y arrojarás al viento sus átomos heridos.
Alcanzarás entonces la lógica divina,
por la cual todo es fácil
en el Cristo y su almendra.

En este tema la lógica divina tropieza con la lógica humana que debe ser revisada, porque Jesús no criticó la aspiración de sus discípulos por querer alcanzar el liderazgo, sino el camino que escogían para obtenerlo.  Y señaló que el único sendero que tiene que conducir al liderazgo es aquel que considera que la verdadera grandeza está en asumir la humildad del servicio.

Por lo tanto, la síntesis de la propuesta de Jesús puede encontrarse en una breve frase que registra Marcos en su evangelio:
Si alguno de ustedes quiere ser el más importante, deberá ocupar el último lugar y ser el servidor de todos los demás.
Ésta es otra de las paradojas del Evangelio: La mayor importancia está en el último lugar y el liderazgo en servir a todos.
Jesús enfatizó el servicio como una actitud de vida, como una meta que tendría que ser común a todos los hombres, como el sentido último que el Dios Creador dio a la raza humana.

Pero no sólo transmitió a sus discípulos esa enseñanza, sino que la difundió aún entre quienes no eran abiertamente sus seguidores. Cuando un maestro de la Ley lo interrogó sobre el alcance del término prójimo, Jesús le relató la conocida parábola del Buen Samaritano. En el hombre apaleado y despojado por los ladrones que queda junto al camino, Jesús retrató las profundas calamidades que pueden sobrevenir a todo ser humano. Frente al perjudicado, pasan dos líderes religiosos que lo ignoran. El tercer viajero es un anónimo samaritano, un hereje despreciable para el maestro de la Ley que interrogaba a Jesús. Pero es este samaritano  quien, sin embargo, tiene una actitud de servicio y atiende a las necesidades del caído.
Al concluir la historia Jesús, se produce un sugestivo diálogo con el Maestro de la ley:

  1. A ver, dime. De los tres hombres que pasaron por el camino, ¿cuál fue el prójimo del que maltrataron los ladrones?
  2. El que se preocupó por él y lo cuidó —contestó el maestro de la Ley.

Jesús entonces le dijo:
—Anda y haz tú lo mismo.
Es notable que Jesús, por encima de la ortodoxia, jerarquiza a la praxis, y concluye inesperadamente la discusión teológica desafiándolo al servicio desinteresado. Dentro de la concepción que Jesús tiene de la vida, la teoría tiene que encarnarse en una actitud permanente de servicio.
Esto es remarcado en la carta de Santiago cuando afirma:

… de nada nos sirve decir que somos fieles a Dios si no hacemos nada que lo demuestre. Esa clase de fidelidad está muerta...
Por lo tanto, en la nueva comunidad que Jesús está fundando, todos tienen que estar dispuestos a servir al prójimo sin esperar ser servidos por los demás. Quien sirva con más empeño, entrega y eficacia será reconocido naturalmente como líder por derecho propio.

Pero entendamos con claridad el sentido que para Jesús tiene el término “servicio”: No es el accionar interesado en busca de un reconocimiento, no es una forma humillante de conducirse para despertar en otros la admiración; es la forma natural de vida que tiene que caracterizar al cristiano, que entiende que el sentido de su existencia se sintetiza en esa palabra: servir.

En la experiencia de Jesús, el servicio trasciende la enseñanza teórica para ser una práctica constante. Su servicio incluye las necesidades del cuerpo que satisface repartiendo pan entre los hambrientos o devolviendo movilidad al cuerpo de los tullidos. Pero Jesús no se limita a servir sólo para satisfacer las necesidades materiales. También apunta a las necesidades del alma y el espíritu: Se acerca a la samaritana que ha perdido el rumbo moral y la reencausa, restaura a la mujer adúltera o revierte la avaricia de Zaqueo. Jesús ve al hombre como un ser integral al que debe servirse en todas sus necesidades: materiales, emocionales y espirituales.

Jesús no aspira a un liderazgo meramente humano. Cuando las multitudes vienen para pedirle pan, un pan que en ese momento no necesitan, elude la actitud demagógica que puede mantener en alto su popularidad. Les habla del Pan de Vida y, cuando el pueblo se retira frustrado, se vuelve a sus discípulos y les pregunta:

—¿También ustedes quieren irse?
Esta actitud diferencia a Jesús de los mediocres líderes actuales de nuestro país, que se apoyan en el asistencialismo paternalista para mantener su popularidad sin medir las consecuencias de esas actitudes demagógicas.
La lección acerca del liderazgo a través del servicio culmina cuando, en vísperas de su muerte, Jesús se reúne con los suyos en el encuentro final del cenáculo.
Al llegar al lugar, de acuerdo a la costumbre, el siervo debe lavar los pies de los comensales. Los Apóstoles no tienen siervos que realicen esa tarea, por lo tanto alguno de ellos tiene que realizarla. Sin embargo, y a pesar de las enseñanzas, todos eluden la tarea. Todavía sienten que esto es humillante.
Es Jesús quien ciñe la toalla, se inclina y lava sus pies. Terminada la tarea les enseña:

¿Entienden ustedes lo que acabo de hacer? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque soy Maestro y Señor.  Pues si yo, su Señor y Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado el ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo. Ustedes saben que ningún esclavo es más importante que su amo, y que ningún mensajero es más importante que quien lo envía. Si entienden estas cosas, háganlas, y así Dios los bendecirá.

Jesús les demostró que ningún servicio menoscaba o humilla a quien lo realiza, y que con ese espíritu deben movilizarse sus seguidores. Lo asombroso es que faltan muy pocas horas para la cruz y aún sus discípulos no han entendido el mensaje. Eso nos muestra lo difícil que nos resulta a los simples mortales entender lo que significa el liderazgo de siervo que el maestro propone.

José Luis Martín Descalzo resume y profundiza el pensamiento de Jesús  sobre el servicio al decir:
Jesús no acepta una sociedad dividida en clases de opresores y oprimidos y aspira a un reino de justicia donde los derechos de  todos –los de los pobres y débiles en primer lugar– sean íntegramente respetados. Pero no olvida que se trata de mucho más: de un cambio radical en las relaciones entre los hombres, donde el servicio mutuo substituyera al egoísmo y al dominio; donde se respetara toda vida; donde el amor no se viera esclavizado por el sexo; donde reinase la libertad tanto exterior como interior, donde fueran derribados todos los ídolos de este mundo y se reimplantara la soberanía de Dios en los corazones y en la vida social. (…)

Suprimía de un plumazo el concepto de autoridad, de mando, de dominación. Y lo sustituiría por el de servicio. Aunque tal vez temía también que esta palabra fuera un día prosituída y utilizada sólo por los ambiciosos de llegar a mandar. ¿Temía acaso que los seguidores de su evangelio terminarían por ser más discípulos de los fariseos que suyos propios? Por eso lo gritaba ahora que aún tenía tiempo: “El más grande de vosotros que sea vuestro servidor” Sabía probablemente que sólo lo entenderían unas docenas de Santos.

No hace falta que vayamos muy lejos en el tiempo, nos basta con mirar el último siglo para ver como funcionó en occidente esta dialéctica entre liderazgo y servicio. Entre quienes profesaron o profesan la fe cristiana se encuentran líderes de la dimensión de Benito Mussolini y la Madre Teresa de Calcuta, George Bush y Albert Schwaizer. La diferencia abismal que existe entre ellos está dada en la diferente concepción que tienen del liderazgo y su relación con el servicio.
Quisiera concluir con una anécdota que recogió Bernardo González Arrili de los mismos labios del protagonista. El Dr. Bontempi, que fuera maestro en las escuelas de William C. Morris, el famoso filántropo y educador cristiano, le relató:

Estaba yo dando una clase de contabilidad, cuando llegó el señor Morris, y, como gustaba hacerlo con frecuencia, se dirigió a los alumnos para preguntarles-: En la vida ¿qué quisieran ustedes ser, acreedores o deudores?… Escuchó sonriendo la respuesta de casi todos los estudiantes de contabilidad. ¡Todos querían ser acreedores! Morris comentó: Dichosos de ustedes. Yo siempre he sido deudor…”
Vivimos en una época donde todos hablan de derechos, y nadie de deberes. Donde la mayoría cree que la sociedad tiene obligaciones, pero no está dispuesta a aceptar sus responsabilidades. Una sociedad donde todos se sienten acreedores y nadie admite que tiene deudas. Las consecuencias están a la vista…

Jesucristo nos convoca a revertir nuestra forma de pensar. Haber recibido el don de la vida, la capacidad de razonar y las fuerzas para movernos nos hace deudores.
Si realmente somos cristianos, hagamos nuestras las palabras de San Francisco de Asís:
¡Oh, Divino Maestro!
Que no busque ser consolado sino consolar;
que no busque ser amado sino amar;
que no busque ser comprendido sino comprender;
porque dando es como recibimos;
perdonando es como Tú nos perdonas;
y muriendo en Ti, es como nacemos a la vida eterna.

* Conferencia presentada originalmente en la Feria del Libro de Buenos Aires en 2004.

Mateo 20.25-28 Biblia lenguaje Actual

Mateo 18.1-4 Biblia lenguaje Actual

Leopoldo Marechal, El Banquete de Severo Arcángelo. Buenos Aires: Sudamericana, 1966.

Leopoldo Marechal, Obras completas – Tomo 1. Buenos Aires: Perfil, 1998.

Marcos 9.35. Biblia lenguaje Actual

Lucas 10.36-37 Biblia Lenguaje Actual

Santiago 2.17 Biblia Lenguaje Actual

Juan 6.67 Biblia Lenguaje Actual

Juan 13.12-17  Biblia Lenguaje Actual

José Luis Martín Descalzo. Vida y Misterio de Jesús de Nazaret. Salamanca: Sígueme,1992

9 comentarios sobre “Servicio y Liderazgo en la experiencia y la enseñanza de Jesús

  1. Me deja boquiabierto.

    Quiera Dios que esté dentro del puñado de doce de sus discípulos que entendieron al Maestro, o por lo menos lo esté en un futuro cercano.

    Hacía tiempo que no escuchaba una palabra basada en los Evangelios como Jesús o como un verdadero discípulo suyo la hubiera dicho.

    Bendiciones.

  2. Gracias por sus enseñanzas, las escucho en Radio Familia de Cuenca Ecuador, y ahora las puedo leer a través de sus correos. Creo mucho en el servicio aunque a veces se nos dificulta realizarlo. Bendiciones para Ustedes. Tengo una pregunta:
    1. ¿Por que a veces vemos en las congregaciones cristianas personas que sirven únicamente para alcanzar autoridad, la misma que no la encuentran en el mundo secular? Gracias.

  3. Estimado sr. Dellutri: ocho años después de haber ud. presentado estas reflexiones, me encuentro con ellas. Han sido confirmación del modelo que Jesucristo propuso para nuestra condición de seres creados, amor al prójimo , humildad, dadores, amantes de la justicia, defensores de la verdad. Lo felicito por su ministerio de transportar mas allá de su inmediato entorno las verdades bíblicas….dios lo siga bendiciendo

  4. Saludos Hnos, desde Venezuela. He oido la narración de parte de la vida de francisco de asis de parte del Sr Dellutri, es fascinante la vida de ese hombre, yo lo sigo desde hace muchos años, pero mientras mas la conozco, más adoro a ese personaje. dios lo bendiga

  5. Doy gracias a Dios por el don maravilloso que le ha otorgado de explicar con propiedad la verdadera palabra de Dios, cuando lo escucho, tengo que repetir una frase que leemos mucho en la biblia: Habla como quien tiene autoridad. Autoridad que viene de escudriñar las escritura bajo el control y dominio del Espiritu Santo de Dios.

  6. He leído con sumo interés su artículo y lo comparto 100% y quiero si es posible me aclare una duda: yo digo que en la Iglesia de Jesucristo, sea cual sea, uno y solo uno es el líder, aunque sinceramente la palabra me disgusta mucho porque a mi mismo me ha causado mucho daño y lo he visto en los demás, pero hablando a nivel espiritual es Jesucristo Nuestro Señor el único! y el servicio no lo veo como expresión o vía de liderazgo, sino que el servicio es en sí mismo y por sí el camino indicado por Jesucristo para una comunidad que desee emprender la aventura de la fe a ejemplo del mismo Señor y las primeras comunidades cristianas

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