Para reír con ganas

Les Luthier - Para reir con ganas - TFPor: Salvador Dellutri*

Hay muchas formas de reír y hacer reír. La risa franca, natural, fresca inspira simpatía, pero la risa irónica, burlona, agresiva abre heridas. La risa puede ser oportuna, como cuando festeja una broma, o inoportuna, como la que se escucha en un funeral: una descarga nerviosa ante la muerte. Están los que se ríen del otro, mostrando una falsa superioridad y los que se ríen con el otro expresando compañerismo y solidaridad. Hay risas forzadas de compromiso, estruendosas, exhibicionistas y risas suaves, contenidas, amables… pero nadie pudo explicar nunca porque el hombre tiene la facultad de reír.

Los griegos tenían dos palabras para la risa: Una para la risa sana, saludable y otra para la risa despectiva, agresiva, enfermiza. También los hebreos diferenciaban esos dos tipos de risa.

La Biblia habla muchas veces de la risa en estos dos sentidos. Salomón en el Eclesiastés indica que quienes creen que el placer y la risa es el sentido de la vida terminan renegando de ella porque enloquece. Pero también afirma que en la vida equilibrada todo tiene su tiempo y así como hay tiempo para llorar también hay para reír.

Fiódor Dostoyevski, buceador profundo del alma humana, hace una aguda observación sobre la risa: Si queréis estudiar a un hombre no prestéis atención al modo en que calla, o habla, o llora, ni siquiera como es conmovido por las nobles ideas. Miradle más bien cuando ríe. La reflexión es a primera vista desconcertante, pero tiene una alta dosis de sabiduría.

¿De qué cosas nos reímos? Hay un mercado de la risa que diariamente hace sus ofertas a través de los medios audiovisuales, los cuentos de transmisión oral, las tiras cómicas; y no todo lo que ofrecen es de la misma calidad. Hay un humor grosero, ordinario, soez que utiliza el recurso fácil de la palabrota y la escatología para generar risa. No se necesita mucha inteligencia para producirlo, ni para entenderlo pero constituye una fuente de degradación del gusto y las costumbres.

Un famoso humorista, que tenía más de cincuenta años de experiencia de escenario, me comentó que hacer ese humor que remata un paso de comedia o un chiste con una palabrota es un recurso fácil pero bastardo, usado por los mediocres que no respetan al público. El verdadero humorista, por el contrario usa la sutileza, busca recursos legítimos que hagan reír respetando al auditorio, que no despierte la risotada grosera sino la risa amable o la carcajada sanadora.

Jesús usaba el humor hiperbólico y la ironía para transmitir el evangelio. Criticaba a los fariseos diciendo que «cuelan el mosquito y se tragan el camello», hablaba de lo dificultoso que era para un rico entrar en el reino de los cielos diciendo que era más fácil «pasar un camello por el ojo de una aguja» o decía a los hipócritas que tenían que sacar primero la viga de su propio ojo antes de intentar sacar la paja del ojo ajeno.

En algunos momentos confusos de la historia hubo cristianos que criticaron la risa. San Benito de Nurcia estableció como norma en los monasterios que la risa fuera considerada como la peor de las formas malignas de expresión y debía reprimirse.

Sin embargo en la Biblia la risa aparece como una expresión visible del gozo y la alegría. El salmista dice que ante la obra libertadora de Dios «nuestra boca y nuestros labios se llenaron de risas y gritos de alegría… Sí, el Señor había hecho grandes cosas por nosotros y estábamos alegres»[1]

Agradezco a quienes con un humor sano logran quebrar la adustez de la vida sacando una sonrisa o una carcajada limpia, con recursos legítimos, que iluminan nuestro rostro y benefician nuestro corazón.

*Salvador Dellutri – Pr. de la Iglesia de la Esperanza en San Miguel, Buenos Aires de la República Argentina. Integra el equipo de RTM produciendo dos programas: “Tierra Firme” y “Los Grandes Temas”. Escritor de varios libros como: “Las estaciones de la alegría”, “En Primera Persona”, “La aventura del pensamiento: Una introducción a la Filosofía”, “El desafío posmoderno”, entre otros. Es profesor, conferencista y periodista.

[1] Salmo 126.1-2 VP

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