Para llegar al corazón de una cultura tan grande como la romana, no hay mejor figura que la del emperador Adriano. Un hombre de origen hispano, culto, con carisma, amante del arte griego. Primero garantizó la paz, y luego se dedicó a construir algunas de las obras más emblemáticas del imperio. Una de ellas, la «Villa Adriana» en Tivoli, nos acerca a la vida privada del emperador, su grandeza, y también su moral cuestionable. Señales de la decadencia de un imperio, que nos llevan a preguntarnos qué rumbos están tomando nuestras sociedades. Todo lo conversamos con Salvador Dellutri en este programa.
