Los argentinos y la tragedia

Salvador Dellutri escribe el presente artículo utilizando como referencia la tragedia ferroviaria de “El once” en Buenos Aires, Argentina. Sin embargo, todo lo que expresa puede ser fiel reflejo de cómo se procesan estos temas en Latinoamérica. Le invitamos a leerlo mirando su contexto local y el de nuestro continente en su conjunto.

A principios del siglo veinte en la ciudad de Londres se produjeron una seguidilla de tragedias en el transporte público. Comentando este hecho G. K. Chesterton, columnista de un periódico, escribía: “Han ocurrido tantos accidentes horribles que uno se ve obligado a dudar de si realmente ha habido accidente. ¿Son estos hechos continuos realmente solo coincidencias?” Parafraseando al genial novelista inglés podemos decir que han ocurrido tantas tragedias en nuestro país que no podemos pensar en meras coincidencias u obras de la fatalidad. Ahora estamos atravesando la última: medio centenar de muertos y un todavía impreciso número de lisiados será el saldo de una tragedia que es consecuencia de la corrupción, ineficiencia, irresponsabilidad y deshonestidad de quienes tenían que controlar que los ciudadanos viajen seguros. Esta es otra “Crónica de una muerte anunciada” que necesitaría de la pluma delirante de García Márquez.

Sin intentar hacer un análisis sociológico, la observación revela que cada una de las tragedias que desgraciadamente nos tocó vivir puso en evidencia algo evidente – valga la redundancia – pero que, por razones incomprensibles, nos negábamos a ver. Parecería que para nosotros la tragedia es el medio más apto para poner al descubierto problemas que ya tendríamos que haber resuelto y el medio más apto para lanzarnos con retardo a la acción. Como si nuestra capacidad de reacción estuviese adormecida y necesitase de la tragedia para activarse.

Demos un rápido vistazo a nuestra historia reciente:

  • Necesitamos confrontarnos con la tragedia de miles desaparecidos para convencernos que el autoritarismo y la quiebra de las instituciones son siempre perniciosos, dejan al ciudadano indefenso y generan excesos que no tienen límites.
  • Necesitamos vivir la tragedia de un periodista gráfico asesinado, José Luís Cabezas de la revista Noticias, para tomar conciencia de que en nuestro país existían mafias, como la de Yabrán, que vivían y se desarrollaban al amparo del poder.
  • Necesitamos una tragedia en Catamarca, la violación y asesinato de la adolescente Soledad Morales, para descubrir que en nuestro país existen feudos provinciales, cuya clase dirigente maneja y abusa del pueblo como los señores lo hacían con sus vasallos en el medioevo.
  • Necesitamos que un conscripto, el soldado Carrasco, fuera masacrado dentro de un cuartel para caer en la cuenta que el Servicio Militar obligatorio estaba obsoleto y eliminarlo.
  • Necesitamos dejar setecientos cadáveres de jóvenes inexpertos en las Islas Malvinas para entender que la invasión había sido una locura y era un manotazo de ahogado de un gobierno totalitario que buscaba eternizarse en el poder.
  • Necesitamos ver volar la AMIA para tomar conciencia de que el atentado a la Embajada de Israel no era un hecho aislado y nuestros servicios de inteligencia y seguridad eran completamente inútiles o estaban complicados con las fuerzas terroristas internacionales.
  • Necesitamos que volara todo un pueblo para descubrir que se hacían negociados con las armas y que el gobierno argentino era tan corrupto que salía como garante de paz y vendía armas a una de las partes.
  • Necesitamos la tragedia de Cromañon para descubrir que la cadena de corrupción es tan grande que la seguridad en los lugares públicos de la Ciudad de Buenos Aires era prácticamente inexistente.

Todas estas tragedias marcaron un “antes” y un “después”. Pero fue la tragedia quien nos despertó y movilizó. ¿Será que si no recibimos el impacto y la conmoción de la violencia y la muerte no tomamos conciencia de los peligros que entrañan la irresponsabilidad y la corrupción?

Son treinta años repitiendo una y otra vez la misma experiencia con diferentes matices. Como decía Chesterton no podemos hablar de accidentes. La repetición indica una grave falla en nuestra estructura social y ética. Mientras que las cosas no llegan a ser trágicas, preferimos soslayarlas. Cuando la tragedia llega entonces reaccionamos, casi siempre en forma desmedida y desequilibrada.

Quiera Dios que esta tragedia nos abra los ojos ante la corrupción institucionalizada y hagamos caer todo el peso de la ley sobre la cabeza de los corruptos e irresponsables.

Salvador Dellutri

 

8 comentarios sobre “Los argentinos y la tragedia

  1. estoy totalmente de acuerdo con usted y como buen futbolero espero con trisreza una tragedia en algun estadio de futbol argentino, no es que me gusten las desgracias, sino que tambien este organismo(A.FA). ya ha agotado todas las opciones que» no se deben hacer » con respecto a un evento que congrega tanta gente de diferentes edades y clases sociales, etc. etc. etc… Dios los bendiga

  2. Como es su costumbre, el pastor Salvador Dellutri hace un análisis muy real de la tragedia. Es triste que los pueblos faciliten repeticiones, por falta de reflexiones profundas que motiven acciones preventivas. Esto no pasa solo en Argentina. En nuestro país con una población mucho más pequeña ocurren accidentes, desmanes en cárceles, robos, asesinatos, en proporción muy alta. Aunque se habla mucho, me da la sensación de que los resultados son pobres.

  3. Buen dia! es primera vez que entro a esta pagina y su observacion es tan acertada que me gustaria que esta informacion se otorgara en letra accesible y leer este mensaje { sobre todo la conclucion :: Todas estas tragedias …… } sin necesidad de lentes . yo radico en Ciudad Juarez Chih. Mexico. y lo que sucede en Argentina y Mexico; SUCEDE EN TODO EL MUNDO,SE GENERA EN EL NUCLEO DE LA SOCIEDAD::: LA FAMILIA ::: por ende a ninguna persona nos agradaria que un miembro de nuestra familia FUERA parte ni suerte .

  4. O puede ser que un 54 % de la población entendió que antes los pibes no tenían ni un vasito de leche y hoy si quieren pueden llevarse la vaca puesta a la escuela.
    O, a lo mejor, advirtió que hace unos años «…las colas se formaban, no para tomar el ómnibus o comprar un pollo o depositar en la caja de ahorro, como ahora, sino para pedir angustiosamente un pedazo de carne en aquella vergonzante olla popular…».
    Reducir a una de sus falencias a todo un proceso político es tener una visión sesgada de la democracia. (Respecto del mensaje de Francisco Alarcón)

    • No sé en que país vive Cristian, pero seguramente en el que surge de las estadísticas del Indec, porque la realidad pasa por otro lado…
      no hay que ser ingenuo.

  5. Las lineas que escribí antes estaban cargadas de un romanticismo que no me pertenece. Son de Discepolo, por eso usé comillas. ( Las dijo pensando en el primer Peronismo. (1946 – 1952 ))
    El espíritu del mensaje no era señalar las virtudes de un Gobierno. Yo mismo podría abundar en cosas que no me gustan o en las que creo que falta avanzar mucho.
    Simplemente me hizo ruido el comentario que habla de un «deterioro cívico» en nuestro país. Parece una visión muy limitada de la realidad.
    No entiendo el razonamiento. Supone que el 54 % que votó al Gobierno actual debería haber votado a otro Partido. Entonces pregunto, cual seria?.
    Podría ser el Partido Radical, cuyo líder aseguró que no se puede avanzar en Políticas de redistribución de riquezas por que las clases bajas las destinan a las drogas y al juego?.
    O podría ser el PJ, que reivindica públicamente al terrorismo de Estado.
    O a lo mejor la solución es no votar?.
    Creo que en las elecciones influyen muchos factores que determinan el voto.
    Algunos lo han hecho pensando que este es un modelo de desarrollo que defiende el mercado interno, el consumo popular y la distribución del ingreso.
    Otros creerán en un Gobierno que abrazó la causa del Juez Baltasar Garzón.
    Otros tantos lo habrán hecho por encontrar finalmente una Política exterior independiente de los poderes imperiales.
    O por indicios tales como una renovación de la corte suprema de justicia.
    O por el actual proceso de re-industrialización del país que rompe con el viejo modelo Agro exportador.
    Son muchas aristas las que definen un proceso Político.
    Respecto del comentario de Horacio Mezcal, vivo en Argentina. Solo que veo poca televisión. No creo en las estadísticas del INDEC como tampoco creo en las consultoras privadas.
    Hay otros medios para informarse.
    Por ej. CEPAL (de un carácter irrefutable), El coeficiente de gini. etc.
    Recomiendo que lean a Bernardo Kliksberg (Autoridad mundial en la lucha contra la pobreza) o a Joseph Stiglitz entre otros.

  6. parece que algunos compatriotas mios no vivieron en Argentina en la decada del noventa y en 2001; no seamos ingenuos pero tampoco olvidadizos!!! saludos y bendiciones Cristian

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