Cirugía Estética: ¿Belleza Artificial?

cirugiasPor: Salvador Dellutri*

Vainilla Chamú, una modelo japonesa, gastó más de cien mil dólares para realizarse treinta y seis cirugías estéticas. Quería hacer desaparecer sus rasgos orientales para parecerse a una french doll, una muñeca francesa antigua. Se hizo la primera cirugía cuando tenía 19 años. Cambió la forma de su nariz, aumentar su busto con siliconas, se realizó varias liposucciones, se agregó pestañas, redondeó sus cachetes, retocó la comisura de sus labios, modificó sus párpados y occidentalizó el contorno de sus ojos. Actualmente piensa hacerse una compleja operación para alargar sus huesos para aumentar su estatura.

Justin Jedlica es un neoyorkino obsesionado por alcanzar la perfección física. Su objetivo es parecerse a Ken, el novio de la muñeca Barbie. A los 32 años ya pasó más de noventa veces por el quirófano. Le modificaron nalgas, pecho, abdomen, bíceps y tríceps, labio y nariz.

La cirugía plástica es una especialidad de la medicina destinada a corregir defectos congénitos o devolver la normalidad en el aspecto a quienes sufrieron accidentes. Pero se transformó en un servicio de consumo masivo para los caprichos y obsesiones de quienes no están conformes con su cuerpo o quieren borrar las huellas del paso de los años.

Los griegos jerarquizaban la belleza física representada por los dio Apolo y Afrodita. En Siracusa levantaron un templo a Afrodita Calipigia o Afrodita de las bellas nalgas, mencionada por Clemente de Alejandría en una larga exhortación a los paganos para que abandonen la idolatría. Este culto se originó en una vieja leyenda. Dos hijas de un granjero discutían sobre quien tenía las mejores nalgas y decidieron poner por juez a un joven que pasaba quien votó por una de ellas y se enamoró. Habló de las virtudes físicas de la joven a su hermano quien terminó casado con la hermana. Ambas fueron conocidas en Siracusa como las de las bellas nalgas y ellas hicieron edificar el templo a Afrodita Calipigia, en el que realizaban lo que hoy denominamos “concursos de belleza” donde se evaluaba el trasero de las jovencitas. En el museo arqueológico de Nápoles se conserva una escultura de esta diosa semidesnuda, levantándose su manto para observar la perfección de sus nalgas.

Esos ideales de belleza física y eterna juventud renacieron en nuestra sociedad, ahora con la ayuda del bisturí y poniendo en riesgo la vida. Parecería que la obra de la naturaleza necesita corregirse y los signos que denuncian el paso del tiempo deben enmendarse o por lo menos disimularse a cualquier precio. Hasta las quinceañeras presionan a sus padres para que les obsequien una cirugía para modificar su cuerpo.

¿Por qué algunas personas ponen en riesgo su vida creyendo que pueden aumentar su belleza? ¿Qué motiva esta obsesión por imponer un prototipo de belleza artificial?

La insatisfacción y el vacío interior son los principales motivos de esta escalada de cirugías innecesarias que modifica la cáscara, sin tener en cuenta que lo importante son los contenidos. Miremos los retratos de Einstein, Gandhi, Teresa de Calcuta, Ernesto Sábato, es imposible que los imaginemos entrando a un quirófano para modificar su aspecto físico y nadie hubiera osado sugerírselo. Ellos tenían una riqueza interior tan notable que dignificaba y ennoblecía los desgastes del cuerpo. Sus canas no eran un estigma sino la prueba de que habían vivido y habían sabido enriquecer su vida. La ley mosaica establecía el respeto que debía reinar en las relaciones humanas cuando sentenciaba: Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano.

Salomón afirmaba que la gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez. Aceptemos que cada etapa en la vida tiene su tiempo, su brillo y su característica, que tenemos que transitarlas buscando en cada una sus bondades. Es muestra de madurez y sabiduría aceptar la realidad que nos impone el tiempo sin falsearla y asumir lo que Dios ha hecho sin tratar de “perfeccionarlo” con un bisturí.

 

*Salvador Dellutri – Artículo publicado en el boletín interno de la Iglesia de la Esperanza, San Miguel – Provincia de Buenos Aires en Argentina donde Salvador Dellutri ejerce su labor pastoral.

 

Un comentario sobre “Cirugía Estética: ¿Belleza Artificial?

  1. Es tan rapida la informacion con la que nos vemos invadidos permanentemente, que la persona, que no se encuentra preparada para filtrarla y alerta a los mensajes que conlleva, resulta esclavo de la misma. Siempre orientada hacia lo externo y perecedero, nunca al crecimiento que cada uno puede lograr si es conciente del trabajo a desarrollar como persona.
    Resulta penoso que ambos aspectos -el externo y el interno- puedan ser guiados por seres de nuestra misma condicion humana.Cual es la intencion? Mas dominio del uno por el otro? Mas opacidad?(los mas… son innumerables)
    Valga meditar sobre esta lectura de contenido tan profundo y permitamos una mirada critica sobre nosotros mismos. Cuales son los caminos elegidos para crecer en virtudes y poco a poco lograr una masa critica en lo que al pensamiento espiritual me refiero al hablar de aspecto interno?
    Siempre agradezco recibir vuestro correo .Trato de transponer el limite al que he llegado hoy y estas lecturas suman siempre.

    ¡

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