La Mano de Suárez

La ética en el deporteA poco de finalizar el evento deportivo más convocante del mundo entero, la FIFA lanzó la siguiente pregunta en su sitio de Internet: “¿Cuál es tu momento preferido?”.Rápidamente, la mano de Luis Suárez en el partido Uruguay vs. Ghana se ha convertido en centro de la discusión y valoración.

Recordemos que el jugador con el “9” en su espalda desvió con sus manos y parado en la línea de gol un balón que tenía destino de victoria Ghanesa, lo que le costó tarjeta roja y un penal en contra de su equipo, cuando iban empatando un gol por bando en la última jugada del partido. Pero Ghana erró el penal y finalmente la Celeste con el tiro desde los once pasos que “picó” el Loco Abreu y las dos atajadas de Muslera pasó a la semifinal.

La Polémica

En una nota de prensa el técnico de Ghana, Milovan Rajevac, manifestó su bronca con “la mano de Dios” de Luis Suárez, calificando al delantero charrúa de “vulgar tramposo”. El DT serbio también cuestionó el papel de la FIFA: “Deberían cambiar las reglas después de este fraude. Los árbitros deberían cobrar el gol y no marcar un penal si alguien ataja el balón con la mano en la línea como sucedió”, afirmó Rajevac. Esta visión ha sido sostenida por cierto sector de la prensa inglesa; y  me resultó curioso ver la virulencia de los participantes del Blog deportivo de uno de los diarios más prestigiosos de EEUU, el New York Times, al tratar a Suárez como a un vil ladrón. A su vez, algunos africanos la han satanizado con la frase: “La mano del diablo”.

Por otro lado, el escritor Eduardo Galeano estimó también que la falta cometida por Luis Suárez en el choque contra Ghana “fue un gesto de locura patriótica que la convirtió en la mejor atajada del Mundial. Fue un sacrificio por el país”. Fue aplaudido y vivado entre los uruguayos y muchos otros por brindarse por la causa del equipo.

¿Cómo analizar esto éticamente y sin partidismos?

En este tipo de situaciones extremas es que se ve el verdadero carácter, temple y ética de las personas, los equipos y hasta las sociedades.

Facundo Ponce de León, describe esos momentos en un artículo que escribió para El País en su suplemento Domingo (11.07.10). El señala: Fue decepcionante lo que declaró Thierry Henry luego de la mano que le permitió a Francia clasificar al mundial. “Voy a ser sincero, fue mano pero yo no soy el juez. Lo hice y lo permitieron…”, dijo, desperdiciando una oportunidad de pedir disculpas al menos a todos los irlandeses. Lo triste de la declaración es que lleva implícita la total ausencia de responsabilidad del jugador en la justicia de un partido… Y agrega en otro pasaje que: Lo mismo con el arquero alemán Manuel Neuer, quien luego del partido con Inglaterra declaró que jugó rápido la pelota para no dar tiempo a los jueces (Jorge Larrionda) a reflexionar si había sido gol o no el tiro de Lampard.

A diferencia de estos dos hechos, creo que la mano de Suárez contra Ghana, hay que analizarla desde otro punto de vista. Fue una reacción instintiva en esa búsqueda natural de protegernos que tenemos todos (acción-reacción), de alguien que quería defender hasta con los últimos recursos su valla, sin medir las consecuencias, porque no tenía (según analizó Tabárez en rueda de prensa) cómo conocer el futuro y lo que sucedería después. Pero como jugador profesional sabía que la consecuencia inmediata iba a ser su expulsión del campo, la suspensión automática para el próximo partido y el penal a favor del equipo contrario con grandes oportunidades de convertirlo y avanzar en el campeonato, dejando fuera a la selección uruguaya.

El periodista brasileño Luis Felipe Do Santos señala que: Cuando un jugador profesional, sobre todo un jugador importante como Suárez, ataja con la mano una pelota en el último minuto del alargue, está apostando toda su fe a la esperanza. Si la pelota pasa, se acabó el campeonato. Se necesita un último recurso, una última oportunidad, la carta definitiva. Es a muerte. Así le enseñaron a jugar a Suárez y por eso no dudó. Atajó la pelota. Salió llorando. ¿Eliminó a Uruguay de la Copa? No, lo clasificó a las semifinales. Y esto dice el periodista, lo transformó en “leyenda”.

Esta jugada de Luis Suárez la hemos visto muchísimas veces, los que conocemos el juego, recuerdo haberla vivido en algún torneo en el que participé como jugador amateur y verlo en el fútbol profesional en innumerables ocasiones. En algunas el penal fue adentro y perdimos… y ahora nos favoreció. Incluso en el partido Australia vs. Ghana de este mundial se vivió una situación idéntica, y nadie hizo el problema que se originó con Suárez, lo que da a sospechas en cuanto a las intenciones de quienes están promoviendo una condena hacia el jugador uruguayo. Pero eso es debate en el que no voy a entrar aquí. Subrayamos que, lo que hizo el “9” está contemplado por el reglamento y fue sancionado debidamente por el árbitro.

Sin embargo, lo incómodo, señala Ponce de León – columnista del diario El País,  fue que Suárez se sorprendiera de la medida (la expulsión), como si no visualizara la justicia de ser echado del campo. Esto sumado a una crónica del programa “No Toquen Nada” de Océano FM,  donde el periodista recoge las declaraciones de otro jugador Oriental, Jorge Fucile, quien en la misma jugada se lanzó hacia atrás intentando detener la pelota como el salteño: luego que Suárez puso la mano… el delantero intentó culpar al lateral ante el juez, teniendo en cuenta que Fucile ya estaba suspendido por doble amonestación. ‘Pero el Línea ya lo había visto y no hubo chance’, indicó.

El columnista del diario El País evalúa la postura de Suárez de la siguiente manera: Su reacción de sorpresa ante la tarjeta roja (y diciendo yo no fui, fue Fucile) forma parte de la misma ética de Henry, donde el árbitro sólo castiga y es enemigo y, cuanto más lo engañemos, mejor. Por tanto, Suárez perdió la oportunidad de irse del campo aceptando la justicia de la determinación del árbitro, conjuntamente con todo lo que el pueblo uruguayo le agradeció a posteriori. Esto según concluye el analista hizo que la justicia se convirtiera en algo que no importa.

¿Por qué es importante realizar este análisis?

Porque más allá de la descollante actuación del equipo Celeste en el Mundial, de la cual estamos todos muy felices, hay un dilema ético que trasciende al deporte.

Estos jugadores, y muchos otros, son reflejo de una ética situacional validada en el mundo globalizado del siglo XXI que lo relativiza todo y en la que lo importante no es la justicia (de la cual se duda sistemáticamente). Es que estamos en el régimen de la alta competición; y el jugador, en el fragor del juego, la presión a la que es sometido, solo mide sus acciones en función de alcanzar la victoria, y no como en un campito con los amigos donde reconoce la picardía en honor de cuidar la amistad que lo une con sus compañeros de juego.

En este contexto, el jugador exige justicia para su equipo y se queja por la que se le aplica. Incluso, muchos tratan de engañar al árbitro en pequeñas acciones y jugadas que van inclinando la balanza a su favor. Este fue el caso del jugador de Ghana quien se zambulló como en una piscina, “engañando” al árbitro para que cobrara una falta inexistente de la cual derivó la jugada en cuestión y en cuya ejecución había dos jugadores del equipo africano en offside, tal cual demuestra la indubitable evidencia televisiva.

¡Qué difícil para el árbitro impartir justicia en este ambiente contaminado!

Comportamiento Ético y Deporte

En conversación con el prestigioso Director Técnico Sergio Markarián (en un contexto muy anterior al del partido con Ghana), le planteamos este dilema ético en la programación de Radio Trans Mundial y el nos contestó con el siguiente relato que transcribo:

Dice Markarián que los actores del fútbol han aceptado la ética situacional legitimada socialmente y donde los límites son muy difusos y cada uno se detiene donde le conviene y esperan del otro algo parecido. Todo esto en un contexto de debilitamiento social de los valores. Así es que aparece la violencia. Ganar para los deportistas de cualquier manera, es un antivalor que no debería ser aceptado y combatido, promoviendo una cultura en que no está bien hacer trampa o drogarse para ganar, pero sí ganando dentro de las reglas permitidas y éticamente aceptables.

Yo tengo una linda experiencia en un contexto en el que estábamos trabajando para armar una estructura de formación a través del fútbol infantil, defendiendo los valores. Estaba dando una charla a unos chicos de 10 y 11 años antes de un entrenamiento sobre el comportamiento ético, marcando pautas. Y les pinté una situación, le hice un cuento para hacerlos pensar. A ver, les dije. Si un chico del equipo rival penetra en nuestra área y simula una falta, y el árbitro que cree haber visto la  falta, sanciona el penal, lo convierten y perdemos el campeonato por eso… “No Sergio, eso no puede ser, es injusto, no, no eso está mal”, me dijeron los muchachos. ¿Ah si? ¿Está mal? “Si”, me respondieron. Bien. ¿Y si nosotros estamos atacando y simulamos…? A ver tú – le digo a uno de los muchachos – si entrás al área y hacés lo que hicieron los otros…? Y allí, las sonrisas empezaron a aparecer, porque los chicos daban como válido poder hacerlo. Allí no estaba tan mal, si era a favor nuestro. Yo entonces les dije que si estaba mal para los otros, también estaba mal para nosotros. “Pero Sergio”, dijeron los niños, “una simuladita… porque si me tocó, y yo me dejo caer…” Y les dije, ¡No! Ninguna simuladita. O ganamos por las buenas o no ganamos, y aceptamos que podemos perder, porque podemos perder. Esforcémonos, hagamos todo lo mejor, entrenemos bien, organicémonos, demos todo nuestros esfuerzo, demos todo por el triunfo, todo lo legal por el triunfo. ¿Si? Sin recurrir a ninguna cosa ilegal, sin recurrir a las drogas, sin recurrir a ninguna cosa que genera algún tipo de violencia. Y seremos felices si ganamos… y si no ganamos estaremos tranquilos que hicimos todo el esfuerzo, y haremos la autocrítica que tengamos que hacer. Pero no es bueno hacer trampa. Pero, lamentablemente, concluye Markarián, esta ética está instalada en los chicos de 9, 10 y 11 años… que la simulación es algo válido.

El problema entonces no está en el deporte o sus reglas, sino en quienes juegan en la cancha y la condición falible de quienes deben impartir justicia. Por ello, cualquier cambio que se desee propiciar no depende de un cambio “reglamentista” como rugen los detractores de la mano de Suárez, pues ello nunca ha solucionado nada, sino que la redención del deporte está en la educación de los actores en valores. Pero educar no es suficiente, puesto que lo que necesitamos es un cambio de mente, de una visión ética diferente para que así cambie la manera de jugar y en consecuencia la manera de vivir, puesto que en muchos aspectos el Fútbol actual refleja lo que hay en el corazón de nuestra ética y cultura humana. Y esos cambios solo se pueden lograr con un cambio del corazón, una metamorfosis en que dejamos de ser lo que somos para adquirir una nueva forma. Para ello, necesitamos dejar que alguien más realice esa transformación, porque solos no podemos. Aquí es donde Dios como alfarero debe trabajar en nosotros para darnos la forma que necesitamos para lograr ese resultado ético y de amor al prójimo que buscamos alcanzar en todas las expresiones humanas, incluyendo el deporte.

Lic. Esteban D. Larrosa

Director RTM Uruguay

info@rtmuruguay.org

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